Sonarse los dedos es una manía que algunos realizan para liberar tensiones, o simplemente por placer y costumbre haciéndolo sin si quiera darse cuenta.
Las articulaciones se encuentran entre la unión de los huesos, y están cubiertas de un liquido llamado “sinovial”. Cuando nos sonamos los dedos lo que hacemos es ampliar el espacio ente los huesos, y el liquido se vuelve insuficiente para llenar el vacío. Al disminuir la presión se forma una burbuja llena de gas que al reventarse genera el ruido característico de tronarse los dedos.
El Dr. Donald L Unger, (Ganador del Ig Nobel en 2009, un premio alternativo a trabajos científicos poco convencionales), realizó una investigación al respecto: Durante mas de 60 años sonó con regularidad todos los días los nudillos de su mano izquierda, dejando a su mano derecha libre de esta descarga.
¿Cuál fue el resultado?
Ni dolores, ni artritis en ninguna de sus manos. Lo cierto es que se han hecho diferentes estudios al respecto y no hay ninguno que pruebe que sonarse los dedos genere algún daño a las aritulaciones o los huesos.
Por lo pronto, si vamos a adoptar esta práctica (o si ya somos víctimas de ella), debemos procurar no lastimarnos ni realizar movimientos anti naturales que pongan en riesgo nuestra estructura ósea. Y por sobre todas las cosas, evitar hacerlo delante de quienes lo consideren una práctica poco respetuosa.